Aunque existen excepciones, para que el ciudadano de a pie pueda afrontar la compra de una vivienda debe pedir una hipoteca. Este aspecto, junto con el menor dinamismo del mercado inmobiliario, debe ser tomado en cuenta para que la operación inmobiliaria resulte lucrativa.
Por ello, antes de formalizar la compraventa de una vivienda se debe analizar la estabilidad y previsibilidad de los mercados financieros e inmobiliarios, pues el mercado financiero es más dinámico y puede alterar las características del préstamo hipotecario.
En determinados momentos una hipoteca variable puede aumentar tanto la deuda como las cuotas mensuales. Por ello, si se quiere invertir en ladrillo con una hipoteca de por medio, hay que pensarlo dos veces. En general, ningún inversor aconsejará nunca endeudarse para invertir, porque, en el mercado financiero, los riesgos se entienden como pérdidas.
Por el contrario, los participantes en el inmobiliario no consideran las pérdidas. Muchos compradores de vivienda creen que esta se va a revalorizar siempre. Algo muy alejado de la realidad, como también lo es asumir que la bolsa va a subir siempre.
El mercado inmobiliario es muy complejo. Si se quiere invertir en él, se debería consultar al menos con un experto. Especialmente, cuando se va a comprar la primera vivienda, por muy convencido que se esté.
La compra de una vivienda acarrea unos gastos directos e indirectos que se deben tener en cuenta. Por norma general, los gastos directos son los propios de la compraventa y los indirectos son los que se saldan mensual o anualmente: las cuotas hipotecarias, los impuestos de propiedad y el mantenimiento.
En general, el ciudadano medio, cuando compra una vivienda, solo valora los gastos directos. Por eso, ante una perspectiva a largo plazo, parece que es una buena inversión. Pero no lo es, especialmente si se trata de una vivienda panteón, o, en los casos más ostentosos, mausoleo.
¿Cuándo se pierde dinero con una vivienda?
La inversión es fallida cuando las circunstancias cambian y la vivienda comienza a ser una carga que, además, supone una gran pérdida económica vender.
Para “asegurar” una inversión inmobiliaria lo más adecuado es optar por una vivienda mundana, pues sirve para dar respuesta a una situación concreta y su venta o alquiler se puede prever a corto-medio plazo.
Este tipo de vivienda funciona muy bien para inversores pero también para cualquier ciudadano en transición entre etapas vitales.
Sirve como una forma de ahorro o inversión pues, a diferencia del mercado financiero, el inmobiliario es menos dinámico. Así, en un corto periodo de tiempo, la operación puede resultar lucrativa debido a la estabilidad y previsibilidad del mercado.
Para finalizar, ante cualquier compraventa inmobiliaria hay que tener siempre en cuenta la evolución de los precios. En la actualidad, diversas plataformas abiertas pueden ayudar a comprender las fluctuaciones del mercado inmobiliario.
En definitiva, para no perder dinero al comprar una vivienda siendo joven o pasar toda una vida de sacrificios y austeridad por las cuotas hipotecarias, lo mejor es no pensar en la primera vivienda como un panteón que dejar en herencia. Y del que no se es capaz de disfrutar, ni los herederos han podido elegir.The Conversation
Miguel Angel Ajuriaguerra Escudero, Dr. Arquitecto, Especialista en Planificación Estratégica en el Área de Análisis Geográfico, Universidad Rey Juan Carlos
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.
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